Si la imaginación y la fantasía son dos elementos básicos en nuestra vida sexual, la postura de este mes será de gran ayuda ya que nos transportará hacia mundos mitológicos y fantásticos sólo con nombrarla: la amazona.
Las amazonas forman parte de la mitología griega en donde se les consideraba una antigua nación legendaria de guerreras que vivían en los confines del mundo. Bellas y poderosas, los relatos les atribuyen múltiples conquistas de territorios y victorias aplastantes sobre los ejércitos masculinos. Los hombres tenían prohibido entrar en sus dominios por lo que, una vez al año, las amazonas visitaban a la tribu vecina de los gargarios para evitar la extinción de su pueblo. Los niños varones que resultaban de estas visitas eran sacrificados o enviados de vuelta con sus padres; las niñas se quedaban con ellas y eran criadas por sus madres, y adiestradas en las labores del campo, la caza y el arte de la guerra.
Estas leyendas, hechas de prohibición, misterio, poder y belleza, están en el origen de la postura y de todas las fantasías que seducirán la mente de aquellas parejas que sucumban a su magia. La mujer, al igual que las amazonas, se coloca encima de su pareja y lo domina, estando éste entregado por completo a los designios de su compañera.
El hombre se acuesta boca arriba, con las piernas levemente abiertas y flexionadas hacia su pecho. Entonces ella se acomoda de cuclillas amoldándose a la postura adoptada por él. Dicho de otra forma, se sentará sobre el pene de su compañero.
El ritmo de la penetración vendrá dado por la mujer que impulsará los movimientos con sus muslos. Si bien puede resultar una postura un tanto incómoda al principio, la excitación que provoca el juego dominante-dominado hará olvidar rápidamente cualquier inconveniente. De pronto las leyendas invadirán nuestra imaginación y la mujer se convertirá en un ser misterioso y poderoso, venido de lejos para conquistar y dominar a su pareja, mientras que el hombre se entregará al placer después de haber sido seducido por la fuerza y belleza del ser mitológico.
¿Quién dijo que leer a los clásicos no podía ser excitante?
Fuente: sexualidadonline.com
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